NO VIVAS POR VIVIR
Para los que nos llamamos creyentes, nuestra vida de fe no puede desligar la Palabra de la oración porque son como las dos caras de una misma moneda.
La gente padece y sufre por falta de conocimiento, pero debe saber que la oración es el hilo que conecta el cielo con la tierra y dejar a un lado su humanidad para atraer todas las provisiones del cielo. Sin oración vives por vivir, puedes tener medallas, títulos y nada más; mientras que orando y relacionándote con Dios encontrarás más gracia y prosperidad, sintiéndote incluso la persona más feliz del mundo.
Cuando hacemos las cosas basándonos en nuestras fuerzas, obtendremos sólo insatisfacción, cansancio, gastritis, tensiones y egoísmos; llegando al final a frustrarnos porque sólo Dios y Su palabra son los que siempre estarán presentes. Muchas cosas no logramos conseguir con la oración simplemente porque no pedimos o pedimos mal por la sola autocomplacencia. Si para nosotros Cristo es realmente la Puerta y la Llave que nos muestra a Dios, entonces conociéndolo y teniéndolo en todos los detalles de nuestra vida y especialmente en las pequeñas cosas, estamos en una dimensión diferente de fe. No es posible entrar a esa vida de fe sin oración pues no se trata solo de multiplicación de los panes o curar enfermos; y los discípulos lo detectaron, por ello le piden a Su Maestro que les enseñe no a predicar, a cantar alabanzas o a cómo ser líderes, sino a orar.
Siempre existen obstáculos y una de las cosas que debemos derribar es que a veces dejamos de orar porque nos sentimos indignos y sucios, pero recalquemos nuevamente que la Llave es Jesús y no podríamos hacer nada sin Él en nuestras vidas. Requerimos para ello, la capacidad y la actitud de la humildad para reconocer nuestros errores y acercarnos a una vida de oración.
Deja de vivir quejándote por lo mal que les va a tus hijos o a alguien cercano, porque ha llegado el tiempo de orar y reconocer que debes buscar un solo Altar sin necesidad de indagar con otras recetas y confiar solo en Dios.
Santiago 5:16 0
“…La oración de una persona buena es muy poderosa, porque Dios la escucha”.