NO ERES UN PERDEDOR
Hoy debes saber quién eres exactamente, la dimensión exacta de tu identidad y estima; y lo más importante: qué eres como hijo de Dios. Si te sientes menos impides que actúe la gracia de Dios en ti pues Él te dará mucho más aún de lo que quieres (Efesios 3:14). Llegó el momento de destruir esa muralla que te dice que eres un perdedor, de andar pasando lástima y empezar a tener una mentalidad de ofertante; de derribar toda arrogancia o baja estima que te impide caminar saludablemente. Si el orgullo controla tu mente, controla todas las áreas de tu vida y cuando la Biblia habla de “derribar” se refiere a quitártelo de tu mente para que todo tenga sentido en tu vida de fe. Lo primero que debemos adquirir entonces, es una mente humilde como la mente de Cristo: Manso y Humilde pero a la vez con mente del Maestro y Rey de Reyes.
Es tiempo de tener pronto esa madurez espiritual y sin tanta palabrería. No les prediques a los demás sin antes mostrarle tus frutos para que no existan más hombres y mujeres decepcionados por la religiosidad de algunos de nosotros y por nuestra actitud de orgullo cuando Dios está sólo en nuestras bocas y no en nuestros corazones. Ya no es hora de acudir a nuestras reuniones solo en pos de bendiciones, porque lo que más nos edifica es eso que nos duele y confronta y no sólo las bendiciones. Es señal del hombre terrenal la codicia y la lujuria donde el centro es esa persona; pero el más espiritual es más maduro y humilde para servir, deja que Jesús cambie su corazón y cuando lo obtiene, su rasgo principal será siempre el amor que da y no la codicia que solo recibe. Permite que el Señor restaure tu vida y nazcas de nuevo con una vida con sentido. Pídele que quieras ser un hombre, una mujer espiritual donde sea el Señor quien vea tus asuntos, para que tu corazón ya no siga altivo por tu arrogancia.
¡Acepta al Señor como el dueño de tu vida y deja de hacer las cosas por tu propia cuenta que te vas a cansar!