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ÉL ES TU REFUGIO


El pecado produce iniquidad, tanto así que cuando alguien peca hasta contamina a su casa, a su negocio y donde vaya. Se transmite y de alguna forma percibimos cuando alguien anda premeditadamente perjudicando a su familia. Pecado es pecado: cuando maquillas contabilidad, sobrevaluas la mercadería, etc. y no es un tema moralista sino de la vida. Abusamos de la misericordia de Dios diciendo “que Él nos entiende” y nos olvidamos además de la ofensa al prójimo. En la parábola el hijo pródigo dice que está en deuda con Dios y con el cielo: ¡el pecado es ofensa!


¿Cuál es la salida? Puede haber una salida teológica, filosófica y hasta moralista. Pero en realidad hay una sola salida. Si de alguna forma tomas conciencia porque alguien te ayuda a entender lo que es el pecado, tienes a Jesús que apareció para deshacer toda obra del mal y si tú crees con todo tu corazón de alguien que te provea de salvación, te presento a Jesucristo quien como abogado defenderá tu causa: si sanó leprosos, levantó paralíticos, perdonó a una ramera de la pedrada y hasta al ladrón que padecía junto con Él en la cruz ¿Por qué no lo haría contigo si les prestó atención a ellos? ¿Qué podrían ellos darle a cambio por lo que hiciera por sus vidas? ¡Nada! Eso se llama gracia infinita de Dios porque no se fijó en ti por tu conocimiento, fama y posición, sino porque te ama como eres, una persona. Que sea como tu primera vez que te acercas a Él cual ladrón de la cruz que nunca antes tuvo mejor compañía de alguien tan puro y santo como Su compañero de cruz y dile también: ¡Ten compasión de mí!


Isaías 1:18

El Señor dice: «Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana.

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