SI RECAES, NO ABANDONES EL CAMINO. PARTE 2
Santificarse no es un estado de perfección sino que habiendo sido separados nunca más miraremos atrás y hemos sido bendecidos por el amor de Cristo Jesús a su pueblo. Si nos frustramos y retrocedemos es porque creemos que somos perfectos y no necesitamos de la gracia de Dios.
Es hora de entender que nuestra ciudadanía no es de este mundo, que santificación es tener sed de eternidad y tiene que ver con la victoria de cada día que vas logrando.
Ya estamos llamados a ser santos y lo que nos lleva a la santidad es no quitar la vista de la luz de Dios; lo que te hace santo es tu lucha diaria y tus victorias contra el pecado. Por ello abstengámonos de toda apariencia de lo malo y seamos irreprensibles (1 Tesalonicenses 5:22-23), santificándonos en espíritu, alma y cuerpo (Romanos 12:1) porque lo perfecto llegará de todas maneras para los que se esfuerzan y en Cristo la victoria está asegurada.